Los cuidadores, rescataron al pequeño al borde de la deshidratación ya que su madre no lo alimentaba. Tuvieron que separarlo de la manada y alimentarlo con biberones durante varios días.
Se intentó su reintroducción en el recinto en varias ocasiones con el mismo resultado en todas ellas. Los machos adultos y alguna de las hembras se acercaban curiosos e incluso le lamian, su madre lo coceaba y las cebras, al verlo apartado e indefenso, intentaban morderle.